lunes, 7 de agosto de 2017

Caen el empleo y los salarios reales: ¿Mejora la distribución?



Caen el empleo y los salarios reales: ¿Mejora la distribución?

Lic. Guillermo Moreno*
Lic. María Lucila “Pimpi” Colombo
Lic. Norberto Itzcovich*

Hace pocos días el Instituto Nacional de Estadística y Censos publicó un informe sobre los resultados de la “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra”, correspondiente al primer trimestre de este año.

La cuenta de generación del ingreso (CGI) muestra cómo se distribuye el valor agregado bruto (VAB) creado por la economía de un país, entre los distintos factores productivos.

Antes del cambio efectuado en el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993, luego actualizado al 2008, que utilizan la mayoría de los paí- ses, era conocida como la distribución funcional del ingreso.

Un incremento de la participación de los asalariados en el ingreso puede ser interpretado como una mejora de la distribución personal del ingreso. En la actualidad, dado que muchos individuos son asalariados con alta remuneración, la relación entre distribución funcional y personal es más imprecisa.

La CGI se compone de la Remuneración al trabajo asalariado (RTA); el Excedente de explotación bruto (EEB), que es el saldo contable de las empresas constituidas en sociedades (excedente o el déficit devengado de los procesos de producción) obtenido una vez que se restan del valor agregado, la remuneración de los asalariados y los impuestos menos las subvenciones sobre la producción; el Ingreso mixto bruto (IMB), que es aquel producido por agentes donde no puede diferenciarse la parte correspondiente a la remuneración del trabajo realizado por el propietario, del rendimiento obtenido como empresario (monotributistas, autónomos), y por último la “remuneración” del Estado vía percepción de impuestos denominada Otros impuestos sobre la producción netos de subsidios (T-S).

Perdieron los trabajadores y perdieron los empresarios


Los resultados oficiales muestran una participación de 55,6% para la RTA; 35% para el EEB; 12,2% IMB y -2,8% para los otros impuestos netos de subsidios a la producción.

Un primer análisis liviano de esos guarismos puede arrojar conclusiones falaces. Si bien efectivamente la RTA superó el histórico anhelo del fifty-fifty, al indagar en las causas que arrojan estos porcentajes, las conclusiones no son tan positivas, al menos desde el punto de vista de la macroeconomía.

En efecto, al realizar un estudio por sector de actividad, se verifica que los que más inciden en el supuesto “logro” distributivo son los asalariado intensivos que además están relacionados ya sea por la prestación directa de la actividad o por la recepción de subsidios, con la actividad estatal.

Al comparar los primeros trimestres de 2017 y 2015 se registró una disminución de la actividad, que en el sector agropecuario alcanzó el 3,9%, en la industria manufacturera el 3%, en la construcción el 4%, y en el comercio el 0,6%, por mencionar los principales sectores donde el capital privado es generador de empleo.

Ello repercutió en la participación que esas actividades perdieron respecto del total del Valor Agregado Bruto de la Economía en ese período.

En efecto, la actividad agropecuaria pasó de representar el 6,4% al 6,1%, la industria manufacturera del 20,% a 19,6%, la construcción del 4% al 3,8% y el comercio del 15,6% al 15,4%.

Por el contrario, las actividades de la administración pública (incluyendo salud y enseñanza) pasaron de representar en conjunto el 10,4% al 10,7% del VAB, en tanto la participación de los sectores transporte y comunicaciones crecieron de 9,5% a 10,3%.

Por su parte, los resultados del componente T-S de la CGI muestran que el estado, en lugar de ser remunerado, se vio obligado a erogar dinero (subsidios) por casi el 3% del total del VAB, principalmente en las ramas ´electricidad, gas y agua´, que se llevó algo más de la mitad de ese total de subsidios y la de ´transporte almacenamiento y comunicaciones´.

Inconsistencias macro repercuten en menos actividad y menos trabajo


El mercado interno no “tira” de la demanda. El externo tampoco, por las deterioradas condiciones de competitividad de la economía argentina.

Las dificultades que atraviesan vastos sectores de la economía se plasman con toda crudeza en los cierres de plantas que numerosas empresas (algunas de ellas emblemáticas) han dispuesto a largo del corriente año, por múltiples y variadas causas. Al agotarse las posibilidades de extender las condiciones de funcionamiento a la espera de la recuperación de la actividad, se vieron forzadas a la realización de ajustes.

Corroborando las hipótesis planteadas, el comportamiento del mercado de trabajo también muestra una importante contracción, que afecta principalmente al sector privado. La tasa de desocupación alcanzó al 9,2% de la población económicamente activa en el primer trimestre del año, llegando a casi 12 puntos en el conurbano bonaerense. Las proyecciones de las estadísticas oficiales (de los 31 aglomerados urbanos a la totalidad del país) dan cuenta que hay 402.000 personas ocupadas menos que en 2015, a lo que se adiciona como déficit los 444.000 mil puestos de trabajo que debieran haberse creado para la absorción del crecimiento vegetativo poblacional.

El examen de las estadísticas realizadas por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) a partir de registros administrativos, sugiere que los incentivos a la registración dan como saldo un crecimiento de la inscripción de empleos previamente existentes, sin que se hayan creado nuevas posiciones.

La decisión de financiar el dé- ficit fiscal (que consolidado con provincias y cuasi fiscal asciende a casi 11 puntos del PIB) con deuda, junto con la demorada expansión del consumo de los hogares por efecto de la constante pérdida de poder adquisitivo, provocó que el desempeño de la economía real se haya visto encorsetado.

Es la fuerte inconsistencia económica de las variables macro la que conduce a esta debilidad observada en los procesos de inversión privada, generando la consiguiente baja sistemática de la productividad de la mano de obra.

En consecuencia, puede inferirse de manera inequívoca que el reflejo de la supuesta mayor participación de los asalariados en el reparto de un producto cada vez más pequeño, lejos de ser consecuencia de una mejora en la distribución del ingreso, responde al ajuste al cual el sector privado de la actividad económica debió someterse, producto de las políticas desarrolladas por el actual gobierno nacional.


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