martes, 15 de agosto de 2017

Las elecciones y la economía



Las elecciones y la economía

Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. María Lucila “Pimpi” Colombo
Lic. Norberto Itzcovich*
Especial para BAE Negocios



Tal como anticipamos desde esta columna, la coyuntura económica comenzó a experimentar cierto nivel de convulsión en simultáneo con el desarrollo del proceso electoral. En la antesala de las recientes elecciones PASO, el nerviosismo de las operaciones fi nancieras -que por su inmediatez se evidenciaron en el día a día-, puso de manifi esto la incertidumbre que atravesaron la mayoría de los agentes económicos.

La economía en lo inmediato


Vale puntualizar que, pese a los anuncios optimistas basados en los datos ofi ciales de mayo y de junio, no se avisoran impactos sustantivos en el nivel de actividad.

El escenario económico en el que se desarrollará el segundo semestre ya está definido. Sus contornos han sido esculpidos por las ambivalencias en las que transcurrió el primer año y medio de políticas económicas de la administración Macri, especialmente las del ámbito de las finanzas ampliadas (articulación de las políticas fiscales, monetarias y financieras), que presentan, como único horizonte para lo queda del año, la persistencia de los desórdenes fi scal y cuasifi scal, y la continuidad de la cobertura de esos baches mediante endeudamiento y, más que nunca en los últimos años, el valor del tipo de cambio quedará sujeto a la dinámica que impongan la oferta y demanda de dólares estadounidenses.

Los resultados de las elecciones, que se presentan como un “éxito” electoral del gobierno, aunque su impacto haya sido mayor en el plano comunicacional que en el de las “efectividades conducentes”, finalmente, patentizaron nuestra aseveración: “la ‘realidad publicada’ no necesariamente refleja la totalidad de matices de la realidad pública, cuya complejidad sí se expresará durante el proceso eleccionario y no será forzosamente concurrente con la primera, lo que podría agudizar las sensibilidades de los agentes que interactúan en los diferentes mercados, presentándose sobre-reacciones u otros factores disruptivos”.

La coyuntura


El gobierno nacional sigue enfrentando una muy compleja situación. Los principales objetivos económicos están lejos de poder cumplirse: la inflación continúa por encima de las metas planteadas, los desequilibrios fiscales tienden a incrementarse al igual que el déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos, la producción de bienes y servicios se encuentra por debajo de los niveles de 2015 (al igual que el consumo), mientras se deterioran los niveles de vida de numerosas familias, a lo que se suma la volatilidad que experimenta el mercado cambiario en el último bimestre.

Si el ordenamiento de las variables de la economía de por sí ya presentaba difi cultades intrínsecas de considerable magnitud, a ello se suman las que provienen del resultado de las elecciones primarias. Por un lado está la presión para implementar las políticas que sus cercanos analistas le sugieren (correcciones bruscas o políticas de shock), para el que los resultados no proveen suficiente legitimidad; por el otro la de mantener el actual esquema de “gradualismo”, cuya continuidad depende de la aceptación en los mercados de las sucesivas emisiones de deuda.

El concepto es “rienda corta”: defendamos el negocio


Sin que resulte esperable la disipación de la incertidumbre y de las amenazas de volatilidad, el desafío de las empresas sigue planteado en el orden de continuar operando sin exponerse a riesgos cuyos resultados pudieran ser irreversibles. Recae sobre las gerencias la enorme responsabilidad de prever lo que hasta hace pocas semanas parecía improbable; saber el qué y el cómo puede resultar insuficiente por desconocer el cuándo.

De allí que la presente etapa requiere esfuerzos lindantes con la desmesura; este costo a pagar por tener la mirada atenta y el oído abierto 24 horas al día -los siete días de cada semana-, serán un precio más que módico al lado de lo que pudiera acontecerle a quien se distraiga.

El estrecho contacto con proveedores, clientes y consultores ayuda a adecuar el timing de las operaciones: en el diario de hoy sólo aparecen las noticias de ayer. Los actores de los mercados en el que cada empresa participa son los que proveen las señales que deben ser decodi- fi cadas con particular sensibilidad, pero la agudeza para captar los signos, más aún si son sutiles, se desarrolla y perfecciona en la experiencia; de ahí que, además de valorar a los informantes claves, es un buen momento para convocar a los “mayores”, aquellos que, hoy alejados de la cotidianeidad del negocio, han desarrollado su sensibilidad en la experiencia de años de timonear en diferentes contextos y transitando las duras tormentas.

Finalmente, insistimos en el criterio de someter las operaciones a las reglas de la prudencia; en este escenario de exposición a incertidumbres y eventuales disrupciones. Como expresáramos desde estas mismas páginas:

“Prudencia implica entonces, en el corto plazo, la vigilancia para mantener alineados los pagos con las cobranzas (tanto cuanto la posición en el mercado lo permita), y conservar equilibrada la relación entre las ventas y los stocks.

También parece aconsejable optimizar las situaciones crediticias, evitando deudas en divisas (si se factura en pesos) y, en los casos en que ello no sea posible, disminuir los riesgos apelando a los instrumentos de cobertura que el mercado ofrece, aun cuando ello conlleve incrementos de los costos.

(...) Disminuir la exposición parece ser una conducta sabia en los meses por venir. En algunas actividades, llanamente se trata de la búsqueda de la supervivencia en un contexto hostil, en las que mantener vigente el concepto de empresa en marcha es el criterio de éxito”.

Vigilia atenta y permanente, serena sensibilidad y equilibrada prudencia, aparecen como atributos indispensables para el corto y mediano plazo.


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