lunes, 25 de septiembre de 2017

Datos preocupantes y señales apocalípticas en el comercio exterior argentino



Datos preocupantes y señales apocalípticas en el comercio exterior argentino


Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Especial para BAE Negocios



En su primer discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el pasado martes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump volvió a marcar, en materia económica, los lineamientos fundamentales de su gobierno, que lógicamente regirán en el futuro a la mayor parte de los países del mundo, dada la influencia de la superpotencia.

Trató de persuadir a su auditorio de que su imperativo doctrinal, sintetizado en el lema Norteamérica primero, no implicaba que EE.UU. quisiera estar solo. "Para mí estará siempre en primer lugar, como para cualquier dirigente responsable. Pero no queremos imponer nuestra forma de vida; no buscamos la expansión territorial, no pretendemos que todos los países compartan las mismas culturas, tradiciones o incluso sistemas de gobierno. Queremos naciones soberanas que trabajen juntas respetando los intereses de su propio pueblo y los derechos de cualquier otra nación soberana".

Sobre el final se preguntó: "¿Seguimos siendo patriotas? ¿Amamos a nuestras naciones lo suficiente para proteger su soberanía y tomar posesión de su futuro?".

Dos de las medidas iniciales de la administración Trump fueron retirar a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y decretar la renegociación del Nafta con Canadá y México. Iniciado este último proceso, la propuesta incluye subas salariales y mejores condiciones de trabajo en el país azteca, para de esa forma evitar que las empresas estadounidenses se trasladen allí, donde los trabajadores ganan, en promedio, la cuarta parte de los salarios de sus pares de Estados Unidos.

Así, desde que asumió la presidencia, Trump produjo un replanteo de las condiciones económicas internacionales y del rol de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Y sin ninguna duda, de esta forma, le puso fin a las ideas directrices que devenían del denominado "Consenso de Washington".

En este contexto de grandes cambios de paradigmas económicos, y en pleno colapso de la globalización, el gobierno argentino organizará en diciembre próximo en Buenos Aires el "undécimo período de sesiones de la conferencia ministerial" de la OMC, la reunión anual más importantes de ese organismo.

Ello, sumado a un discurso favorable a la apertura comercial indiscriminada, propicia un escenario de la economía argentina, a todas luces, contradictorio y extemporáneo respecto del rumbo económico que están tomando las principales potencias económicas.

Los datos del comercio exterior
Las cifras del comercio exterior, durante los primeros siete meses del año, arrojaron un déficit de 3.428 millones de dólares (con destino a superar los 5.000 millones cuando culmine el 2017).

En ese mismo lapso, mientras las cantidades vendidas al exterior fueron 2,1% inferiores a las del mismo período de 2016, las compras crecieron un 8,9%.

Al desagregar la información de importaciones según el "uso económico" que se le da a las mercaderías, surge que las de bienes de consumo crecieron 12,5% y las de vehículos automotores de pasajeros 42,3%. Por su parte, si bien las compras externas de bienes de capital también crecieron, en este caso 13,8%, cabe aclarar que dentro de este último rubro se incluyen, por ejemplo, las computadoras y los teléfonos celulares, incluso los de uso particular, por lo que este supuesto dato positivo queda ciertamente relativizado.

Este comportamiento, al desarrollarse un proceso de sustitución inversa (reemplazando producción nacional por productos importados), tiene un impacto negativo sobre diversos sectores de actividad como por ejemplo el de la industria automotriz, el de la maquinaria agrícola, el textil y el del calzado, sólo por mencionar algunos.

Así, mientras al inicio del actual gobierno la proporción de vehículos vendidos en el país era 51% de importados y 49% de producción nacional (enero 2016), el resultado del octavo mes de 2017 arroja, como muestra el gráfico, que los vehículos importados representan el 68% y los de producción nacional sólo el 32% del total de las ventas.

Respecto de la maquinaria agrícola (que incluye cosechadoras, tractores e implementos agrícolas), como se observa en el gráfico, en el primer semestre del año pasado las importadas representaban el 12% del total de las ventas, guarismo que casi se duplicó hasta alcanzar el 22% en los primeros seis meses de este año, limitando el potencial crecimiento de una industria nacional ligada a uno de los pocos sectores que tienen resultados positivos como es la producción agropecuaria.

Por su parte, el sector textil sufre por la importación de tejidos de punto, que en el período enero-mayo 2017 creció, en toneladas, 8,7% (lo que representó un aumento de 1% en facturación) y, especialmente, por las compras externas de productos terminados que se encuentran al final de la cadena: la importación de prendas de vestir creció 64,7% medida en toneladas (32,1% más de facturación) y las confecciones para el hogar 28,7% (11,4% en facturación), siempre comparadas con igual período de 2016.

Por último, el sector calzado vio crecer las importaciones, en los primeros siete meses del año, un 16,8% en cantidades y un 11,7% en dólares.

Los datos, si bien son evidentes, no llegan a caracterizar con precisión la problemática a la que estamos asistiendo, en la cual el mundo está en una posición vendedora de productos manufacturados cada vez a precios más bajos, consecuencia, entre otras circunstancias, de la revolución energética que abarata los costos industriales en EE.UU.

Las señales
Si la información cuantitativa resulta preocupante, las señales que recibe la economía por parte del gobierno son decididamente apocalípticas.

Así, los hombres de negocios deben planificar sus actividades empresariales escuchando expresiones tales como la del Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, acerca de que "Argentina debería seguir inmune a la ola creciente de proteccionismo en Estados Unidos porque recién estamos abriéndonos", que "es prioritario avanzar en el acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur", o que "Argentina abrazará la globalización".

Si a ello se suman las inconsistencias internas de la política económica, detalladamente explicitadas en sucesivas notas en esta misma columna, se genera un entorno decisional extremadamente complejo, que en algunos casos ponen en debate incluso la propia continuidad de las unidades de negocios.

Es impensable suponer que la Argentina pueda constituirse en una nación soberana si desde el gobierno se propicia una economía con déficits gemelos (fiscal y comercial) permanentes, tal cual se deriva del proyecto de ley de presupuesto recientemente elevado al congreso nacional.

Es evidente que el gobierno nacional ignora las verdaderas oportunidades que en materia económica ofrece hoy el nuevo rediseño global. Tal vez sea por ello qué decidió no concurrir con la máxima representación a la asamblea general de la ONU, pensando que las ideas del Trump son irrelevantes para el devenir mundial. Cabe preguntarse entonces ¿estará guiando el barco hacia un puerto inexistente? Esperemos que no, todos deseamos llegar a buen destino.

*MM y Asociados




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