lunes, 25 de diciembre de 2017

En esta coyuntura económica: ¡atentos y vigilantes!

En esta coyuntura económica: ¡atentos y vigilantes!


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Alguna vez, con su célebre ironía, el presidente Perón describió que algunos malinterpretaron su conocida consigna y se pusieron más vigilantes que atentos.

En este caso, y para evitar confusiones, nos referimos a que debemos estar muy atentos al comportamiento económico general y también muy vigilantes respecto a la propia empresa. Tal conducta es requisito para eludir las amenazas que se ciernen sobre las unidades de negocios, al agudizarse los riesgos que encierra la declinación de la actividad productiva en un contexto de inconsistencia macroeconómica creciente, con conflictividad social en aumento.

La paciencia Zen no era infinita


La caída en las ventas de los inicios del gobierno de Cambiemos, fue (para muchos) tolerable a condición de que se iniciara, a posteriori, una etapa de ascenso. Sin embargo, a la leve recuperación registrada entre fin del año pasado y las elecciones, le sucedió un nuevo (y en algunos casos drástico) desplome. Ya no reditúa vender esperanza porque la paciencia para transitar un nuevo ciclo recesivo se ha agotado.

Nuestros estudios de opinión pública, al igual que los de muchos colegas, indicaban que el balance del primer tramo del gobierno de Macri resultaba predominantemente negativo, sin que ello se constituyera en óbice para otorgarle una nueva chance de dar satisfacción a las expectativas generadas.

Esa conjunción, de un balance negativo de lo actuado con anterioridad, con las expectativas de mejoras, planteó un desafío al gobierno para la segunda mitad de su mandato: debía dar respuestas tanto almundo empresarial como al del trabajo, que esperan la obtención de resultados, pero ya sin contar conla ventaja de ser una gestión nueva, y partiendo de una base de disconformidad con el desempeño previo. La conflictividad social emergente durante el corriente mes de diciembre pareciera estarexpresando tal tensión en los estados de ánimo colectivos.

Es así, ya que el verdadero caldo de cultivo del visible malestar es la parálisis, o retroceso, que cada uno experimenta en su actividad económica, una vez superadas las elecciones, más allá de que se haya expresado a partir de los debates por la reforma jubilatoria.

No es casualidad entonces, que la mayor concentración de "caceroleros", se registrara en zonas de clasemedia de grandes centros urbanos, donde predominan comerciantes, pequeños empresarios y profesionales. El malhumor de los mercados, al que hemos aludido en esta misma columna la semana pasada, no es el de la "city", sino el de la economía real, aquella de "carne y hueso".

En este marco, las palabras del Presidente de la Nación (con las que, subrayábamos dos semanas atrás, concuerdan los diagnósticos de todas las bibliotecas económicas), caracterizando a la macroeconomía "en una posición de altísima fragilidad" y que se orienta "a estallar", catalizaron el proceso.

Y claro, también podría tratarse de una profecía autocumplida, toda vez que se han agotado los motores de la efímera recuperación (no es posible seguir expandiendo el gasto público y empiezan a frenarse los créditos a particulares por la fragilidad del sistema financiero), y no quedan herramientas disponibles para revertir el ciclo.

Por ello es esperable que el mercado interno siga deprimido, en tanto:

► no se reconstituya el poder de compra de los sectores populares,

► el comercio internacional siga en situación de desventaja para la producción local, y

► la política monetaria continúe dificultando el financiamiento del capital de trabajo de las empresas.

Todo esto a la vez que el "paquete de reformas", presentado como una panacea, ha sufrido una cantidad de retoques improvisados tal, que resulta imposible saber con precisión si el desequilibrio fiscal se redujo o, como parece, se magnificó.

Bajo estas circunstancias, es sensato pensar que la tensión política ha llegado para quedarse, y que incluso se expresará al interior de la alianza gobernante.

Atentos en la macro y vigilantes en la microeconomía

En este marco de dificultades, que agudizan la sensibilidad de los agentes que interactúan en los diferentes mercados (pudiendo incluso presentarse sobre-reacciones u otros factores disruptivos), resulta indispensable estar atentos a algunas de las siguientes señales macroeconómicas:

► el volumen, rendimiento y origen de los fondos de los préstamos al BCRA (Lebac y Pases) y al Tesoro Nacional (Letras y Bonos),

► el comportamiento del tipo de cambio (formal e informal),

► el funcionamiento de las cadenas de pago (sobre todo el cumplimiento del Estado hacia sus proveedores), entre otros significativos indicadores del funcionamiento general.

A la vez, en lo microeconómico, es más que conveniente atenerse a los criterios de la prudencia, vigilando la propia exposición a los factores de contexto, buscando:

► mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,

► optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y disminuir riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique gastos adicionales.

► la correcta previsión de las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de cambios en las listas de precios de nuestros proveedores, provocados por factores externos a ellos, tales como los aumentos de tarifas, por ejemplo.

Insistimos en la idea de que, en esta etapa, la preservación de la compañía es un valor en sí mismo. Los riesgos, que suelen otorgar premios en los períodos de alza, pueden propinar duros castigos durante los períodos de retracción y, aunque ésta máxima es extensible a todas las empresas, vale especialmente para las pequeñas y medianas, corazón y nervio de nuestra economía, por su particular vulnerabilidad.

Disminuir la exposición parece ser una conducta sabia en los meses por venir. Para algunos, llanamente se tratará de la búsqueda de la supervivencia en un contexto hostil, en el que lograr la vigencia del concepto de empresa en marcha será el mayor criterio de éxito.

No hay dudas...este es uno de aquellos momentos donde "empatar es ganar".

*MM y Asociados


Ver en el diario

lunes, 18 de diciembre de 2017

Cuesta abajo… en las ventas

Cuesta abajo… en las ventas


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Especial para BAE Negocios

En esta época de balances de fin de año, estamos lejos de querer infundir pesimismo a nuestros lectores. Sin embargo, ello no nos exime de observar la realidad. Para nosotros el pesimismo es sólo un “momentum” inmanente del optimismo.

Como anticipamos, los meses de noviembre y diciembre transcurren con una preocupante baja de las ventas en la mayoría de los negocios, que terminarán, una vez descontado el efecto inflacionario, un 10% por debajo de diciembre de 2015.

Así, comienza a derramarse el malhumor en el mercado, dado que, luego de haberse recuperado los ingresos a partir del último bimestre de 2016 (sin desconocer situaciones particulares negativas), resulta difícil explicar si la actual baja es consecuencia de las incorrectas decisiones de los administradores de las compañías o, por el contrario, del propio comportamiento de la economía. Este artículo intenta contribuir a allanar esa duda.

Que en el mundo no cabía… no llegan las inversiones

Allá por diciembre de 2015, Mauricio Macri y sus consejeros económicos decidieron iniciar su gobierno con una fuerte devaluación que, junto con la disminución de las retenciones al maíz, trigo y soja, (en los dos primeros casos en forma total), provocó un profundo deterioro de los ingresos populares con la consiguiente retracción de la demanda global.

Posteriormente, se intentó revertir esa caída mediante el incremento de la inversión pública, aunque este proceso no fue inmediato, ya que sus efectos comenzaron a sentirse en el último bimestre del 2016, extendiéndose durante gran parte del 2017. La recuperación lograda sólo fue transitoria y trajo aparejada la espiralización del déficit fiscal.

A sabiendas de que esta situación no podía ser permanente, el gobierno cifró sus esperanzas en la “lluvia de inversiones” para reemplazar, con el sector privado como locomotora de la economía, al público. Es más, en un rapto de optimismo pensaba que, si dicho “maná” se direccionaba a sectores exportables, se podrían resolver las restricciones del sector externo.

Sin embargo, las dificultades que se expresan en la ausencia de condiciones de competitividad vis a vis los costos de producción de otros países, impidió (e impide) la concreción de este proceso, lo cual, a su vez, se trató de paliar, mediante políticas de modificación de tipo de cambio efectivas (reintegros, reembolsos, baja de retenciones, etc.) para las economías regionales, sin mayores resultados, ya que hoy se encuentran agonizando.

En el plano del mercado interno, va de suyo que los proyectos de inversión necesitan de una demanda sostenible a la cual colocar su producción de bienes y servicios. Situación harto difícil, por cierto, ya que el incremento en el precio de los alimentos, sumado a los aumentos tarifarios, han modificado la estructura de los presupuestos familiares, limitando su capacidad de gasto.

A ello se agrega que los fondos que debieran financiar la inversión privada son absorbidos por el sector público, dados los estímulos (altas y crecientes tasas de interés) que el gobierno y el BCRA otorgan a quienes orientan sus excedentes al financiamiento del déficit fiscal total.

Es evidente que tampoco por el lado de las inversiones, encontró el gobierno la salida al laberinto en el que voluntariamente se ha metido.

Entonces, hacia el mes de marzo de 2017, para tratar de agilizar una demanda global, el gobierno impulsó una política de otorgamientos masivos de créditos a las familias, tanto para la adquisición de viviendas, como de bienes de consumo (durables y no durables). Ello le permitió arribar a las elecciones de octubre sin interrumpir el ciclo iniciado en noviembre del año pasado.

Sin embargo, esta política alcanza sus propios límites, dado el nivel de endeudamiento de las familias y los descalces intertemporales en el sistema financiero entre el origen de los fondos (depósitos) y su aplicación (préstamos).

Esta situación, comienza además a encender luces amarillas sobre la posible afectación patrimonial que pudieran sufrir las instituciones bancarias.

En síntesis, ya no se puede seguir traccionando la demanda global con gasto público (el déficit fiscal total, bien medido, orilla el 11% del PIB), ni tampoco con consumo o inversión de las familias a partir de su endeudamiento.

¿Mi esperanza y mi pasión?… estas reformas no son solución

El presidente Macri reconoció que el consenso alcanzado por la disciplina económica es correcto, afirmando que si seguimos así…estallamos.

Ante este panorama inquietante, el gobierno apuesta nuevamente a generar un shock de inversiones, mediante las reformas laboral, impositiva y previsional, junto con el acuerdo de responsabilidad fiscal, que intenta disminuir el déficit consolidado total.

Sin embargo, la idea de que la mejora de la rentabilidad de corto plazo incentive las perspectivas de inversión privada es falsa ya que, para la maduración de los proyectos, las mejoras deben sostenerse en períodos de tiempo extendidos.

En este sentido, de las reformas presentadas, sólo la previsional (siempre y cuando se cumplan las proyecciones oficiales para 2018, fenómeno de difícil ocurrencia), impactará de acuerdo al objetivo originalmente planteado, aunque con el costo de afectar a más de 17 millones de jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares.

La baja de ventas, salvo situaciones particulares, es producto de las propias inconsistencias del diseño macroeconómico, y a esta altura el gobierno no tiene ya la posibilidad de revertir transitoriamente la situación, como lo hizo a partir de noviembre de 2016.

Así que sólo le resta a los hombres de negocios tomar las mejores decisiones “de gestión”, que les permitan preservar el concepto de “empresa en marcha”: no es tiempo de autoinculparse, porque la causa de la retracción de la facturación es, finalmente, externa a sus compañías.

Cabría decirle al gobierno, parafraseando la lograda frase que sintetizara una contienda electoral norteamericana, me bajan las ventas porque: ¡es la macroeconomía, estúpido!

*MM y Asociados


Ver en el diario

lunes, 11 de diciembre de 2017

Un consenso inquietante sobre el actual diseño económico

Un consenso inquietante sobre el actual diseño económico


por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Pocos meses atrás, cualquier ejercicio de interpretación de la realidad económica exponía al público a un esfuerzo hercúleo. La diversidad de diagnósticos, valoraciones y pronósticos reinante entre los economistas era de tal envergadura, que parecía imposible encontrar denominadores comunes que permitieran a cualquier lego asumir una posición como propia sin ejercer, al mismo tiempo, un acto de fe. Tal vez sin adquirir un formato explícito de debate entre colegas, la confrontación de los puntos de vista a través de los medios de comunicación, sumada a la fuerza brutal de los hechos, comienzan a parir extendidas coincidencias en la disciplina.

Sin embargo, al alivio que supone la disipación de la virtual Torre de Babel en la que parecíamos inmersos, le sucede lo inquietante de los contenidos del consenso encontrado: inconsistencia macroeconómica de base con perspectivas de irrupción de una profunda crisis sistémica.

La convergencia fue posible

En las diagnosis y proyecciones económicas lo que se pone en juego es la comprensión de la realidad. Se trata, ni más ni menos, de un intento de construir, desde conjuntos fragmentarios de informaciones dispersas, sistemas coherentes y articulados de conceptos, capaces de interpretar y dar adecuada cuenta de las situaciones pasadas y presentes, así como de prever los itinerarios posibles del devenir.

Como todo proceso de producción de conocimientos, mucho más cuando se trata de una ciencia social, requiere para su éxito, además de la buena fe, cumplimentar las exigencias de adecuadas rupturas epistemológicas, misión imposible de llevar adelante sin la confrontación de los propios paradigmas con las evidencias que les son hostiles. Con mayor sencillez, el papá de uno de nosotros suele explicar que, si en una mesa para cuatro, cada uno tiene una idea y la comparte, al levantarse cada cual habrá cuadruplicado su sabiduría.

Hasta no hace mucho, los debates económicos se asemejaban a diálogos entre sordos. En esta misma columna subrayábamos en el mes de julio que "la prognosis del futuro económico inmediato de nuestro país está lejana a la expresión de un consenso; por el contrario, es un terreno de arduo debate que no pocos califican, equivocadamente, como una batalla entre el optimismo y el pesimismo."

Las discusiones, explícitas o implícitas, que la disciplina dio a través de medios tanto gráficos como audiovisuales, parece haber alcanzado niveles de maduración suficientes como para establecer nuevas bases de certezas compartidas. Pese a que la capacidad de difusión es dispar (y hasta desproporcionada), y que se asumieron formas, si se quiere, plebeyas de debate que trascendieron los acartonados círculos "aristocráticos" para darse de cara a la sociedad, los "contendientes" empezamos a encontrar, cada vez más, inesperadas coincidencias.

En esta misma columna, y en más de una oportunidad, hemos caracterizado el contexto como de profunda inconsistencia macroeconómica, y alertado tanto sobre las insalvables limitaciones que ello impone al crecimiento y a la inversión, como sobre los riesgos de alcanzar los puntos de ruptura del sistema. Al mismo tiempo, las inquietudes de nuestros colegas se enfocaban mayoritariamente, en esclarecer la cuantía que iba a alcanzar el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) este año y los subsiguientes, dando por descontados los "éxitos" que la actual administración obtendría en el terreno económico; por esta razón, lo que nosotros caracterizábamos como obstáculos estructurales de tortuosa superación, ellos apenas lo percibían como ligeras desviaciones susceptibles de fácil corrección.

La situación actual luce diametralmente diferente, encontrándonos con que, aún en las indisimulables discrepancias ideológicas y políticas, afloran comunes inquietudes, conceptos y hasta usos de la terminología.

El caleidoscopio de los economistas

Seguramente todos habremos disfrutado, al menos una vez, de jugar con un caleidoscopio, ese artefacto donde una imagen se replica en tres o más espejos. Algo similar ocurre con la economía de hoy; sin importar si se focaliza la mirada en el reflejo de alguna de las corrientes clásicas, ortodoxas o heterodoxas, la imagen percibida siempre es la misma, políticas económicas contradictorias que impiden conciliar:

► La (insostenible) estrategia fiscal,

► El creciente déficit de la balanza comercial,

► El escalofriante saldo negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos (financiado con endeudamiento externo, sobre el que a la vez que se proyecta una sistemática revaluación cambiaria en términos reales), y

► El creciente déficit cuasifiscal, generado por la política monetaria, con la reactivación de un mercado interno severamente dañado y una imprescindible mejora en las ventas externas.

Los puntos de ruptura que, luego de haberlos señalado como amenazas por mucho tiempo, describimos en detalle en nuestra nota de octubre "Viento de cola en la política, nubarrones en la economía", también se hacen omnipresentes en el discurso de nuestros colegas. Con el máximo de los cuidados, para no descontextualizar las citas ni distorsionar su sentido, vale la pena repasar las afirmaciones recientes de algunos profesionales.

Javier Milei y Diego Giacomini, en una entrevista para un diario especializado, coincidiendo con MM y Asociados en que el déficit fiscal total consolidado alcanza al 11% del PBI, alertan que, si no se hacen correcciones urgentes, los funcionarios del gobierno "volverán a las andadas de la maquinita, vendrá la infleta, vendrá la devaluta y eso se llama piña". Germán Fermo no duda en calificar como "experimento" la política económica, en su nota titulada "Macri y una lotería sin plan: un acto de fe que sólo apuesta a la suerte".

Lorenzo Sigaut Graviña, en su reciente nota "¿Otra vez sopa? Condiciones necesarias para el desarrollo", sostuvo "La velocidad de acumulación de la deuda externa (títulos públicos/Tesoro) e interna (Lebacs/BCRA) preocupa. Si en un par de años el gobierno no logra bajar significativamente el déficit y la inflación, podríamos entrar en una etapa de incertidumbre sobre el repago de nuestros pasivos".

José Luis Espert expresó en un programa televisivo, que "Argentina está en una trayectoria insostenible" y que "esto que está haciendo Macri es absolutamente irresponsable"; en su nota "Los liberales quieren alertar al Gobierno", puso corolario a su reflexión con la advertencia de que "el Gobierno está haciendo lo mismo que condujo al fracaso de múltiples programas económicos, en particular el Plan Austral de Alfonsín y la convertibilidad () sostenida caprichosamente por De la Rúa hasta su explosión". Idéntica perspectiva expresa Juan Carlos De Pablo, quien afirmó sin hesitación: "así como vamos, chocamos".

El rector de la Universidad del CEMA y discípulo de Milton Friedman, Carlos Rodríguez, caracteriza que Argentina es "un país que está en un profundo desequilibrio", y amplía: "son más que atroces los desequilibrios que están generando el Banco Central, y la continuidad de la política de déficit fiscal, pero esta vez financiado con deuda externa. Van a explotar."

Carlos Melconian, ex presidente del Banco de la Nación Argentina y asesor del presidente Macri, en una reciente entrevista televisiva sostuvo que "el Gobierno cayó en la trampa de la inconsistencia fiscal y monetaria." Sobre ese mismo particular, él ha llegado a afirmar que "esto se va a la m...".

La aflicción incluso alcanza a los periodistas de opinión, como es el caso de Joaquín Morales Solá, quien en su nota de llamado de atención al gobierno "Una economía que demanda otras señales", apunta que "Las economías regionales se están apagando lentamente por obra de un dólar subvaluado. El déficit obliga a un endeudamiento cada vez mayor, que, a su vez, tira hacia abajo el precio del dólar y hace inviables las exportaciones y facilita las importaciones".

Opinión de muchos, consuelo de...

Con el parafraseo de la antigua expresión popular queremos hacer referencia al hecho de que, no necesariamente ni siempre, la coincidencia en las opiniones ayuda a formar las decisiones más favorables para el conjunto de la Nación.

Pero tan cierto como ello es que, cuando las opiniones coincidentes señalan con claridad prístina un final que está cantado, corresponde considerar si no es preferible corregir a tiempo. La incógnita que flota en el mercado es ¿Cambiemos quiere cambiar?; de la respuesta a este interrogante dependerá el sentido en que cada quien orientará sus decisiones empresariales.

Nosotros preferimos ser optimistas, pensando que el actual oficialismo adoptará las erudiciones sugeridas por los consensos alcanzados. Finalmente, todos coincidimos en que es necesario cambiar a Cambiemos.

*MM y Asociados

Ver en el diario

viernes, 8 de diciembre de 2017

Entrevista en "Chiche 2018"

Algunos elementos conceptuales de un Plan Económico de Contingencia (PEC)



Algunos elementos conceptuales de un Plan Económico de Contingencia (PEC)



Lic. Guillermo Moreno
Lic. Pablo Challú
Lic. Sergio Carbonetto

Comienza a existir consenso en nuestra comunidad profesional en que, producto de las inconsistencias de la actual política económica, se está llegando a una situación insostenible. Esto nos da la razón a quienes, desde el primer trimestre de 2016, alertábamos que ese diseño nos llevaría a instancias críticas.

A dos años de la asunción del gobierno nacional, la economía no presenta ninguna señal alentadora: las inversiones productivas privadas no aparecen, la inflación no cede, el déficit fiscal total -bien calculado- ronda los 11 puntos del PIB, el volumen de las LEBAC se ha convertido en un problema autónomo, los déficits de la balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos están entre los más altos de la historia, mientras que las tasas de interés se mantienen en niveles realmente elevados y el peso sufre una impresionante apreciación, que afecta tanto a la industria manufacturera como a las economías regionales.
En ese marco, la distribución del ingreso ha empeorado y la pobreza y la indigencia han crecido, al tiempo que el empleo se deteriora. Lo más grave es que las tendencias indican que esta situación transita un sendero de agudización.

El punto es que, cuando se sale del diagnóstico para abordar los cursos de acción, los consensos alcanzados se esfuman. Si la situación fiscal se intenta resolver mediante un fuerte ajuste del gasto público, la recesión que provocaría no haría más que agravar la propia situación fiscal por la baja de recaudación, la monetaria por la caída de demanda de dinero, y obviamente la social por la pérdida de los ingresos de las familias.

Una variante, entre quienes sostienen este diagnóstico, afirma que el oficialismo tiene muchos objetivos mientras que sólo dispone de unos pocos instrumentos, con lo cual, no hay posibilidades de alcanzar ninguna de las metas que se propone.

Y si ésta fuera sólo una, la inflación, su combate terminaría con un resultado similar: recesión.

Parecería entonces que el país se encuentra en un atolladero, no solo por la delicada situación macroeconómica, sino también por el riesgo que conllevan algunas de las soluciones propuestas. Sin embargo, se abre otra perspectiva si, al mismo tiempo que se observan las inconsistencias macroeconómicas, se analizan las causas que las han originado.

Entre ellas, podemos destacar:

– creer que bastaría con políticas market friendly para generar una "avalancha" de inversiones productivas;

– pensar que ese hipotético aumento de la inversión compensaría la baja del consumo privado, generada por la afectación de los ingresos populares que las mismas políticas provocaron, de tal modo que no se produciría una disminución en la demanda global que agudizara las tendencias recesivas en la economía;

– la idea de que una apertura indiscriminada, llevaría a la eficiencia económica;

– sostener que la inflación es siempre y en todo momento solo un fenómeno monetario y;

– considerar que, en una economía altamente concentrada, la formación de precios se daría de manera similar a la que ocurre en una de tipo competitiva.

Al removerse estos errores conceptuales, surgen con evidencia los instrumentos necesarios para solucionar las inconsistencias, y alcanzar los diferentes objetivos que permitan salir del atolladero en el que se encuentra la economía, encarando simultáneamente los distintos problemas.

Así, algunos de los elementos conceptuales de un PEC son:

– una política de ingresos que permita restituir el poder de compra a los sectores populares, a partir de la concertación de precios y salarios, logrando así una efectiva concurrencia de las expectativas, reconstruyendo el consumo y el mercado interno;

– la política de comercio exterior debe proveer una adecuada consideración de las necesidades competitivas de las actividades económicas internas, y establecer una administración del comercio exterior, acorde a los nuevos paradigmas mundiales, que garantice "primero lo argentino";

– la política monetaria debe estabilizar los precios, sostener un tipo de cambio competitivo, generar los incentivos para modificar el perfil de vencimiento de las LEBAC;

– y coadyuvar al crecimiento del PIB; y la política fiscal mejorará el perfil de su déficit al recomponerse la recaudación por el mayor nivel de actividad económica y la recuperación de la base imponible del sector agropecuario de más alta productividad.

Todo ello propiciará, de manera sustentable, las condiciones para el desarrollo de las actividades productivas y de la generación de empleo en los distintos sectores de actividad económica. Al tiempo, se comenzará el camino hacia la recuperación de los superávits gemelos, que garanticen el crecimiento de la economía y la mejora en la distribución del ingreso.


Ver en el diario

lunes, 4 de diciembre de 2017

¿Crecimiento económico o diario de Yrigoyen?

¿Crecimiento económico odiario de Yrigoyen?


porLic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Cada vez que se acerca fin de año, en general, las personas realizamos un balance de lo actuado. Nos preguntamos si cumplimos las metas que nos propusimos, si estamos, en términos relativos, mejor o peor que los años anteriores; y naturalmente, también nos planteamos, con mayor o menor rigurosidad analítica, los objetivos para el año que pronto comenzará. Esto va a cuenta, simplemente, de que también en estas semanas las consultoras económicas solemos finalizar la evaluación del año, y formular las proyecciones futuras.

En este artículo intentaremos comparar el resultado de algunos de los indicadores oportunamente proyectados, a la luz de los resultados de las estadísticas oficiales, en tanto dejaremos para próximas entregas nuestras previsiones para el año 2018.

Una extraña discordancia

Tomando como referencia nuestra prognosis, realizada hacia fines de 2016, y cotejándolas con las cifras oficiales, encontramos que, en casi todas las variables el pronóstico sobre 2017 fue de alta precisión (inflación entre 22 y 25%, resultado fiscal deficitario en u$s55.000 millones de dólares, cuenta corriente de la balanza de pagos, también con déficit, cercano a u$s30.000 millones, rojo comercial mayor a u$s5.500 millones, entre otras). Sin embargo, y de manera sorprendente, las mediciones gubernamentales no se condicen con nuestros pareceres respecto del crecimiento de la economía.

Esta inconsistencia nos generó una situación de incomodidad, resultándonos por demás llamativo que, hubiera tanta coincidencia en las componentes parciales, pero no fuera así en el total que las agrega.

En consecuencia, la única alternativa era hacer el ejercicio minucioso de análisis sobre este último, que aquí presentamos, pidiendo desde ya disculpas a los lectores, dado que constituye un trabajo un tanto engorroso de explicar en un artículo periodístico, pero, aseguramos, vale la pena hacer el intento.

Estadísticas verdaderas, conceptos erróneos

Al sumar, en un período determinado, los valores agregados para cada uno de los 16 sectores en los que las cuentas nacionales clasifican la actividad económica (por ejemplo: "Agricultura, ganadería, caza y silvicultura"; "Pesca"; "Explotación de minas y canteras"; "Industria Manufacturera"; "Electricidad, gas y agua"; "Comercio mayorista, minorista y reparaciones"; "Transporte y comunicaciones"; "Intermediación financiera", entre otros), se obtiene el Valor Agregado Bruto (VAB) de la economía.

Si al VAB se le adicionan los impuestos a los productos (restados los subsidios), el IVA, y los impuestos a la importación, todo ello conforma, finalmente, el Producto Interno Bruto (PIB) del país.

Dado que el cálculo del PIB se realiza de manera trimestral, y por su complejidad se publica con 90 días de rezago (es decir, por ejemplo, que recién en marzo de 2018 se estará informando por parte del gobierno el resultado del año 2017), es posible apelar a otro indicador oficial, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que permite anticipar, mensualmente, el comportamiento de la economía.

Recientemente publicado, el resultado correspondiente al mes setiembre, arroja un crecimiento de 3,8%, respecto de igual mes del año anterior. Pero al indagar, al interior de él, cuál es el sector de actividad que más impactó en esa alza, viene la sorpresa. No fue la industria, ni el comercio, ni la minería, ni siquiera el sector financiero. Un tercio de ese crecimiento (1,29 puntos porcentuales) se debió al aporte del "sector Impuestos netos de subsidios".Es decir, si en lugar de considerar el PIB, se analiza el VAB, la producción propiamente dicha creció en setiembre 2,5%.

Haciendo el mismo ejercicio para el acumulado de 9 meses, el PIB creció 2,5%, mientras el VAB lo hizo 2,2%. Es decir que, en ese período, las políticas implementadas por el gobierno sobre los impuestos y los subsidios explican 0,3 puntos porcentuales del crecimiento publicado. Es de esperar, ante la baja de subsidios prevista en la última parte del año (y el consecuente aumento de tarifas), que el impacto de esas decisiones alcance más de 0,5 puntos porcentuales del PIB en todo el 2017.

Como ejemplo extremo, podría darse la paradoja de que, por modificar al alza las alícuotas impositivas, o por el impacto recaudatorio que se observa en cualquier economía que aumenta su nivel de importaciones, o bien en caso de que disminuyan los subsidios al sector privado, el PIB arrojaría una variación positiva, aunque no se haya incrementado, o incluso habiendo disminuido, la producción de bienes y servicios.

Esto, que no reflejaría lo que está aconteciendo en el aparato productivo, ocurre dado que el PIB se valoriza a precios de productor (incluyendo impuestos netos de subsidios), en tanto el valor agregado bruto, se calcula a precios básicos.

Un párrafo aparte merece la consideración sobre el comportamiento del sector "Intermediación financiera". En el mes de setiembre aporta 0,3 puntos porcentuales al crecimiento del PIB, en tanto en los 9 meses del año creció 4,5%. Según la metodología de cálculo, su VAB incluye los intereses cobrados menos los pagados. Esto es, cuanto más alta sea las tasas de interés que pague el BCRA en lebac, pases, etc., al sistema financiero ampliado, mayor será el VAB del sector.

De esta forma, comenzamos a encontrar las diferencias entre las cifras oficiales, que naturalmente se publican de la manera que marcan las metodologías estadísticas vigentes, y lo que verdaderamente ocurre con las unidades de negocios, que es hacia donde se orientan nuestras estimaciones.

Hasta aquí, las consideraciones se refieren a la forma de interpretar el desempeño económico, de manera correcta y útil, tanto cuantitativa como conceptualmente, con las herramientas que el análisis de la disciplina provee.

Conceptos verdaderos, estadísticas erróneas

Pero al buen criterio interpretativo, que como explicitamos marca un crecimiento de los bienes y servicios producidos menor al oficialmente publicado, debe sumársele el efecto, ya comentado en artículos anteriores, de incorrectas estimaciones en diversos sectores de actividad.

Se exagera el crecimiento del sector "Agricultura, ganadería, caza y silvicultura", que en los primeros nueve meses del año creció 4,4%, según información oficial, ya que para evaluar su actividad se utiliza información provista por el Ministerio de Agroindustria, que sobreestima la producción agrícola de la campaña 16/17, en aproximadamente 11 millones de toneladas. Esto significa que el sub sector agricultura, que tiene un peso en el PIB de más del 8%, no creció 11% como se informó oficialmente, sino aproximadamente un 2%.

Ello repercute a su vez, de manera relevante, en los sectores de transporte y de comercio, cuyo aumento o disminución se asocia linealmente a los volúmenes de producción agrícola.

También resulta dudoso el "notable crecimiento" verificado en el sector "pesca", que no es coherente con los datos de exportaciones y consumo interno, hasta tal punto que un informe recientemente publicado por Auditoría General de la Nación pone en cuestión las cifras de las que se nutre la estimación estadística oficial.

Por otra parte, el seguimiento de la actividad del sector minero, a través de la cantidad de ocupados y no de la producción física, debe necesariamente formar parte del análisis.

Adicionalmente, en el sub sector comunicaciones, específicamente en lo referido a la telefonía, las líneas de celulares se adicionan mes a mes, permaneciendo en los registros, con independencia de si están activas o no. Así se contabilizan 62 millones de líneas, un promedio de casi 1,5 teléfonos celulares por persona, tomando la totalidad de la población, guarismo extravagante. Tal procedimiento se repite en relación a la telefonía fija.

La única verdad es la realidad

Las cifras oficiales publicadas, correspondientes al período enero-setiembre de 2017, arrojan un crecimiento de la economía del 2,5%.

Aún falta contabilizar el último trimestre del año, en el cual, según las perspectivas, los márgenes sobre producción y/o ventas no muestran un buen desempeño, con una posible agudización de este fenómeno en el último mes del año.

Haciendo una más exhaustiva interpretación de los datos, junto con un correcto recálculo, debe restarse, de aquel guarismo, 0,5% por el tema impositivo y de subsidios, 0,33% por el impacto de las excesivas tasas de interés pagadas por el BCRA, y un 1% adicional por los "errores" de estimación de los sectores agrícola, comercial, de transporte, pesquero, de comunicaciones y minero.

Así, una vez finalizado el año, cuando llegue el próximo mes de marzo y el gobierno publique las cifras correspondientes al 2017, podríamos encontrarnos con un crecimiento de apenas 0,7%, respecto del pésimo desempeño en 2016, si se ajustaran los datos oficiales a los correctos criterios del quehacer económico.

El diario de Yrigoyen

Cuenta la leyenda popular que a Hipólito Yrigoyen sus asesores le acercaban un diario elaborado especialmente con buenas noticias. Hoy en día esto sería muy dificultoso por la masividad de medios de comunicación a los que se tiene acceso. Pero quizás haya un sistema de recolección y publicación de información que, sin poner en tela de juicio el trabajo estadístico volcado en su elaboración, genere aquellas mismas consecuencias políticas.

El resultado final que este tipo de revisiones arroja, pretende echar luz sobre la evolución real de la economía de la República Argentina, y el impacto y consecuencias que las políticas de agudización del déficit fiscal y endeudamiento (interno y externo), entre otras, implementadas por el gobierno del presidente Macri, tienen sobre sus habitantes, no siempre visualizado debidamente por quiénes desempeñamos la disciplina económica.

Así, dado que en el año 2016 la economía había caído 2,2%, y en el 2017, por las explicaciones mencionadas, crecerá sólo 0,7%, la economía acumulará un deterioro de 1,5% en los últimos dos años. Con un crecimiento poblacional de aproximadamente 1,1% por año, el presente año terminará con un PIB per cápita (PIB sobre cantidad de habitantes), a valores constantes, 3,6% menor al de hace dos años.

Ello, como todo promedio, sin tomar en cuenta la regresiva distribución del ingreso a la que lleva el actual experimento económico, producto del mayor impacto de los aumentos de precios en los sectores de menores ingresos.

Humildemente le volvemos a recomendar al oficialismo que aproveche el haber obtenido la primera minoría en las elecciones generales, para modificar de raíz el actual diseño de la política económica. Es cierto que es muy difícil que pueda estar aconteciendo "lo del diario de Yrigoyen", pero parece que al "mejor equipo de los últimos 50 años" le resulta muy útil confundir "gordura con hinchazón".

*MM y Asociados


Ver en el diario