lunes, 26 de febrero de 2018

Entrevista en "Somos trabajo"

El oficialismo un pato rengo y criollo

El oficialismo un pato rengo y criollo


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

La frase "pato rengo" (lame duck) se acuñó en el siglo XVIII, en la Bolsa de Londres, en referencia a un corredor que incumplió sus deudas. En la ciencia política, se retoma el concepto en los años ´20 del siglo pasado, aludiendo, entre otros, a aquellos presidentes que, con poco tiempo de mandato por delante, pierden el poder del que gozaban para implementar las decisiones pergeñadas. Esta percepción puede aplicársele hoy al Poder Ejecutivo Nacional.

El cambio de humor social, reflejado incluso con cánticos masivos en algunos estadios deportivos, recientes fallos judiciales contrarios a los intereses del gobierno, y modificaciones forzadas en su elenco que, por motivos similares, hasta ahora no habían provocado ninguna renuncia, son algunas de las señales que confirman lo antedicho.

La expresión "pato criollo", extraída del saber popular, no necesita mayor explicación.

En este marco, el enjambre de complicaciones generado por sus propias decisiones económicas, llevó al gobierno a un callejón sin salida. Tiene una única opción, y es la de intentar no agudizar las inconsistencias macro, con el fin de evitar que ellas generen un colapso en el ámbito institucional.

Los cuidados paliativos


En nuestro artículo del pasado 7 de enero, "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?", le advertimos al gobierno que "los dos factores de incremento de la demanda que le permitieron llegar a las elecciones de octubre están exhaustos: el gasto en obra pública, que no puede seguir aumentando sin elevar el déficit fiscal a niveles explosivos, y los préstamos para consumo/inversión de los particulares que, de seguir creciendo, pondrían en crisis la solvencia del sistema financiero". "... intentar revertir dicha situación mediante la baja de la tasa de interés suena más a voluntarismo que a dominio de la disciplina económica".

Casi dos meses después, pareciera que el gobierno tomó conciencia del nefasto escenario que se le presenta, y decidió no complejizar aún más la situación. De esa forma, mantuvo en su cargo al funcionario que preside el Banco Central y retomó su anterior política monetaria, dejando así en el olvido aquella insólita conferencia de prensa brindada el mismísimo día de los inocentes.

Por cierto, que sonaba decididamente descabellado implementar lo entonces anunciado, ante una situación económica que, entre otros aspectos, presenta:

► un Déficit Fiscal Total que alcanzó el 11% del PBI,

► un saldo negativo récord de la balanza comercial (U$S8.471 M en 2017), el cual tiende a agudizarse producto, entre otros motivos, del impacto de la sequía en la producción agropecuaria, y en consecuencia en la exportación de bienes de ese origen. Basta mencionar que el déficit alcanzado en el primer mes de 2018 resultó 1.833% superior al de enero de 2017.

► un rojo de la cuenta corriente de la balanza de pagos que se ubica en el entorno del 6% del PBI,

► perturbadores y distorsivos niveles inflacionarios, que no tienen visos de disminuir, y

► tasas de interés internacionales al alza, que incrementarán los servicios de la deuda externa.

Bajo este contexto, corresponde a la oposición, no sólo prepararse para asumir oportunamente la responsabilidad que le compete, sino también acompañar la actual coyuntura, del mismo modo que los médicos lo hacen con sus pacientes terminales, tratando de minimizar el sufrimiento.

La oposición debatiendo el porvenir


La dirigencia política, empresarial y sindical, debe aprovechar este intersticio ente lo viejo y lo nuevo para reflexionar en rededor de un Modelo de Desarrollo Económico, Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que encuadrará las decisiones que orgánicamente deberán tomarse.

Precisando los conceptos, se trata de:

► un Modelo, porque articulará sistémicamente los mejores planes, programas y proyectos que impactarán en la vida económica de la nación.

► de Desarrollo Económico, porque debe contemplar, de manera simultánea, el crecimiento económico y la inclusión social.

► Permanente, con el objeto de que sean decididamente superados los ciclos de "stop and go", que han caracterizado a nuestra economía durante las últimas décadas, fundamentalmente como consecuencia de la restricción externa y, finalmente,

► Sustentable, porque como nos enseña Su Santidad, debemos cuidar la casa común.

Acerca de las rentas extraordinarias


Para posibilitar su implementación, es necesario disponer de las rentas extraordinarias. Estas, tal como definimos en nuestro artículo hacia finales del mes enero, están constituidas por "aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de la explotación de algún recurso natural". Esa característica, en Argentina, la cumplen algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los vectores de competitividad de nuestra economía.

El debate sobre la administración de dichas rentas está presente en la reflexión de la oposición. Esquemáticamente se pueden mencionar tres grandes corrientes que orientarán los alineamientos político-técnicos:

Una, reflexiona entorno de que, aún funcionando al máximo de su potencial, la economía en su conjunto no alcanza para incluir a la totalidad de la Población Económicamente Activa1 (PEA), manteniendo un cierto nivel de desocupación y por lo tanto de pobreza, definidos, justamente por ese motivo, como estructurales. En consecuencia, las rentas extraordinarias deben ser aplicadas, bajo diversas modalidades, en la subsistencia de esos sectores.

La segunda visión presupone que éstas deben ser utilizadas por el propio Estado, quién asume así el rol de dinamizador de la economía, y las aplicará de acuerdo a las prioridades que una preexistente planificación económica les asigne.

Por último, una tercera posición, que al día de hoy emerge como mayoritaria, plantea que dichas rentas deben ser distribuidas en la totalidad del entramado empresarial, con el objetivo de mejorar sus estructuras de costos y, por ende, sus precios de comercialización. Ello garantizará la hegemonía de esas compañías en el mercado doméstico, al tiempo que facilitará su adecuada inserción en los flujos internacionales de comercio, asegurando de esta manera el pleno empleo de los factores productivos.

En síntesis, la responsabilidad de la oposición política es la de generar los ámbitos de reflexión, que permitan que el debate planteado sea desarrollado con la mayor participación posible de dirigentes sindicales y empresariales.

De esta forma, los consensos entre todos alcanzados garantizarán el éxito de lo aprehendido.




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lunes, 19 de febrero de 2018

Entrevista en "Involucrados"

Una Argentina de pleno empleo es posible y necesaria

Una Argentina de pleno empleo es posible y necesaria


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

En nuestras últimas entregas hemos estado reflexionando sobre los desafíos que la etapa nos impone: los urgentes, para mitigar los daños producidos por el esquema económico vigente, y los mediatos, para que -una vez atravesada la forzosa fase de la reconstrucción-, podamos encarar la edificación de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que funja como el cimiento de una necesaria Argentina de pleno empleo.

La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump

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Ello también requiere entender el mundo, totalmente distinto, en el que se juegan los destinos de la Patria.

La vieja globalización bajo el influjo del Consenso de Washington ha fenecido y emerge un nuevo orbe, caracterizado por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales. Sin embargo, esto se desarrolla en una dinámica de fondo esencialmente confrontativa, una lucha sin concesiones por la determinación de cuáles son los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.

Si bien se trata de una reflexión que ineludiblemente involucra a todos, la responsabilidad recae con mayor fuerza sobre la dirigencia que conforma la oposición política, sobre cuyas espaldas se distribuirá la carga de la conducción de los destinos de la Argentina.

La III guerra y la reconfiguración mundial


El papa Francisco acaba de hacer un llamamiento a la abolición de los arsenales nucleares. Confesando sus temores expresó: "pienso en serio que estamos al límite. Tengo miedo de esto. Si seguimos así, basta un pequeño incidente para que la situación pueda precipitarse. Hay que eliminar las armas".

Así también, durante la edición del corriente año del Foro Económico Mundial reunido en Davos, el creciente riesgo de conflictos bélicos de escala global, incluyendo el de una conflagración nuclear, ocupó el centro de las preocupaciones entre los integrantes del exclusivo club de multimillonarios.

Los episodios que involucran a Israel, Irán y Siria, siguen en creciente tensión; prueba de ello es que, por primera vez en más de tres décadas, un avión caza bombardero israelí fue derribado, mientras que la región toda está envuelta en conflictos y tensiones, desde Turquía hasta Yemen y del Mar Rojo a Afganistán.

El desarrollo ulterior de los eventos es imprevisible. Lo que sí se puede colegir es que la guerra continuará, en cuotas como afirma el Papa, por todas las latitudes, pero especialmente en el oriente medio, donde se decide cómo se distribuye la energía que sostiene parte de la economía global.

Así como los ganadores de la II Guerra Mundial dieron forma tanto al diseño de las relaciones como a la economía internacional -prácticamente hasta estos días-, los vencedores de la III son quienes configuran el mundo en el que tendremos que vivir. De allí la presencia en aquella región de los dos principales oferentes globales de energía, EE.UU. y Rusia, que con su accionar refuerzan la retracción de las potencias económicas subordinadas como Europa y China.

Llegaron para quedarse


En este nuevo orden mundial, potencias económico-militares como Estados Unidos, Gran Bretaña o Rusia, incrementan y perfeccionan los instrumentos con que defienden sus intereses nacionales, con independencia de si ellos se ajustan o no a los acuerdos prexistentes. Sus gobiernos fueron elegidos por sus pueblos, entre otros motivos, para darle materialidad a las ansias de bienestar y prosperidad de extendidos segmentos sociales previamente postergados.

Por ello, la participación de EE.UU. y de Rusia en las contiendas del medio oriente no serán coyunturales sino permanentes. Mientras persista la guerra, el suministro de energía se encarecerá para sus competidores en términos económicos; así el país euroasiático se mantendrá como proveedor principal en Europa y en Asia percibiendo los precios por él determinados, mientras que el norteamericano, a partir de su revolución energética, consolidará su ventaja competitiva frente al resto de las economías.

Para obtener una noción aproximada de la prevalencia obtenida por EE.UU., gracias a la baja en los costos primos lograda a partir de la explotación del Shale Gas, podemos comparar los precios pagados por el gas natural. Mientras que, según el Banco Mundial, a diciembre de 2017 el costo por millón de BTU (MBTU) fue de u$s2,76 en la potencia americana, para Europa el precio promedio de abastecimiento alcanzó los u$s6,56.

El acceso a la energía determina la actividad económica en un quantum asociado. Y, dado que los países que consiguen altos desempeños económicos también erigen sólidas barreras migratorias, en simultáneo finalmente definen cuáles son los pueblos que pueden trabajar y cuáles los que no.

Nos encontramos entonces frente a una guerra por los puestos de trabajo.

El papel de la economía principal


La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump al gobierno estadounidense. El despegue de la economía en el país del norte no sólo deja perimidas las tesis de un paso fugaz, casi accidental, sino que lo proyecta hacia la posibilidad de un segundo mandato.

Nos espera un mundo, en el corto plazo, en el que su principal economía será la gran "esponja" de la liquidez mundial, absorbiendo el financiamiento que demanden tanto el sector público como el privado para la puesta en valor de sus proyectos de inversión. Como señalamos oportunamente, estos están potenciados por el aumento de la tasa de ganancia empresarial -causado por la administración del comercio exterior y la reciente reforma tributaria-, estimulada por el plus de demanda que originará el megaplan de obra pública recientemente aprobado (cercano a los U$S2,2 billones).

En este marco el dólar se fortalecerá como moneda, ratificando su rol indiscutido como numerario y reserva de valor a escala global, mientras que la pérdida de competitividad que de ello pudiera derivarse para sus bienes transables, resultará más que compensada por las ganancias de productividad obtenidas por el abaratamiento del insumo energético.

Esto último, también ha llegado para quedarse.

La necesidad de nuestro MoDEPyS


En este contexto internacional, un MoDEPyS es imprescindible. Como hemos señalado en artículos precedentes, implementarlo requiere que también las dirigencias empresariales y sindicales lo hagan propio, y para ello, recordemos, debe cumplirse, entre otras condiciones, que:

► las empresas obtengan adecuada rentabilidad,

► el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y

► los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así los necesarios niveles de bienestar para el conjunto de la población.

Los pueblos que sufren la pérdida de empleos lidian también con la inestabilidad institucional. La desocupación al alza es sinónimo de ingobernabilidad del sistema.

Por ello, aprovechar la ventana de oportunidad que, pese a sus complejidades, el nuevo contexto mundial nos ofrece, convierte a la Argentina de pleno empleo en una realidad posible, la que, a su vez, es estrictamente necesaria, porque de ella dependen la estabilidad de las instituciones y la paz social.

Debemos maximizar la utilización de nuestros propios vectores de competitividad, que no son otros que los que devienen de las rentas extraordinarias originadas en:

► la producción de algunos alimentos y

► la exploración-explotación de los combustibles fósiles.

En ello se juega nuestro destino como Nación.

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lunes, 12 de febrero de 2018

Entrevista en "Mauro, la pura verdad"

Los prestamistas externos también preguntan cómo seguimos

Los prestamistas externos también preguntan cómo seguimos


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich


La fluidez que ha conseguido el Gobierno en su financiamiento sorprende cuando se lo examina a la luz de los descalabros macroeconómicos en los que discurre su gestión.

Con déficits:

- Fiscal Total (DFT) que ronda el 11% del PBI,

- de la Balanza Comercial del orden de los u$s8.500 millones y

- de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos de u$s30.000 millones,

la obtención de préstamos debiera ser una quimera.

Para comprender por qué no lo es, podemos remitirnos a un ejemplo cotidiano en el mundo de los negocios donde en muchas ocasiones nos encontramos con empresas a las que no les prestaríamos, pero que mantienen, sin embargo, acreedores que le suministran el crédito necesario (en mercadería a pagar o financiero) para funcionar.

En general, al ahondar un poco, aparece que éstos últimos tienen o bien afinidades, o bien supra garantías, a las que el resto no accede.

Dados los ordenamientos legales que regulan al Estado Argentino y sus tomas de deuda, salvo excepciones, la segunda explicación es descartable. Quedan entonces, como elemento determinante, las relaciones de conocimiento. Éstas, devenidas de relaciones de subordinación o de vínculos sociales, familiares o comerciales, le brindan al acreedor la confianza en el cobro, ya que si bien saben que "no alcanza para todos", otorgan la certidumbre de que "estarán primeros en la fila".

Claro que la eficacia de la frase "tranquilo lo tuyo está" empieza a resquebrajarse cuando a la delicada situación interna se adiciona la aparición de amenazas externas.

La tormenta que viene del norte

Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior, la reciente reforma tributaria y el megaproyecto de obra pública, actúan como un poderoso atractivo para la inversión fronteras adentro de EE.UU. Con una tasa de desocupación rondando el 4%, el riesgo de "recalentamiento" está latente. Para su disipación, como lo indica la reunión de la Fed, nada mejor que nuevas subas de tasas.

Los mercados financieros globales se anticiparon a tal decisión, aumentándolas a partir de incrementar el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense.

La suba de tasas es funcional a fines de evitar el "recalentamiento" de la economía norteamericana, así como también para la obtención del financiamiento para los proyectos de inversión privados y los públicos presupuestados. Esto nos lleva a prever que la principal economía del mundo será la gran "esponja" de la liquidez mundial.

No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el crédito internacional, es un desafío que podría exceder con creces las potencialidades de nuestra economía.

No sólo sube la tasa sino que asoma la niña
Las constantes quejas sobre una supuesta retención de soja y maíz en los campos, y la caída en la exportación de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, no hacen más que corroborar que las proyecciones del Ministerio de Agroindustria sobre la campaña pasada fueron erróneas, llevando a que las estimaciones sobre el crecimiento de la actividad económica en 2017 del Indec y las proyecciones de nuestros colegas del sector privado, sean injustificadamente altas.

La sobrestimación de la cosecha, en alrededor de 11 millones de toneladas (M/tn), llevó a un incremento artificial de la medición del PIB cercano al uno por ciento -como ya lo hemos descripto y explicado en esta columna en reiteradas oportunidades-. Tuvimos entonces, como resultado de la campaña 2016/17, un producido cercano a los 126 M/tn, lejanos a los 137 M/ tn anunciados por la cartera de agroindustria.

Pero lo verdaderamente grave es que la presente campaña sufrirá una caída en la producción, como efecto de la prolongada sequía y las altas temperaturas en la zona núcleo.

Declaraciones del presidente de la Sociedad Rural Argentina, reproducidas por la "tribuna de doctrina", indican que el rendimiento esperado para la campaña 2017/18 es de 109 M/tn. No es esta la visión más pesimista. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevé una cosecha de soja de 51 M/tn (contra alrededor de 57 M/tn de la campaña anterior), pero advierte que podría caer hasta los 40 M/tn si las condiciones climáticas imperantes continúan en las próximas semanas.

Las consecuencias de tales pronósticos son estremecedoras, especialmente para quienes hayan confiado en las estadísticas del ex ministro de agroindustria Buryaile y su sucesor Etchevehere. Si el descenso en la cosecha va, en millones de toneladas, de 137 a 109, la pérdida en exportaciones (en equivalente soja a u$s362,39 la tn, precio del 07/02/18) superaría los u$s10.000 millones.

Para los lectores de esta columna el panorama será menos atemorizante, ya que la baja en la producción sería de alrededor de "sólo" 17 millones de toneladas (de 126 M/tn a 109 M/tn), con una baja en las ventas externas de más de u$s6.000 millones.

Esto implica que, aun cuando las importaciones no se incrementen siquiera en un dólar, sólo por la pérdida de exportaciones del sector primario, la Balanza Comercial argentina pasará de un déficit de alrededor de u$sS8.500 millones en 2017, a uno de entre ¡14.500 a 18.500 millones de dólares en 2018!

Una atmósfera inclemente

Hace menos de quince días, dos empresas argentinas que lanzaron ofertas públicas en Wall Street (Corporación América Airports y Central Puerto S.A.), hicieron las colocaciones planeadas, pero a costa de significativos recortes en los precios de sus acciones. Esto quiere decir que los mercados internacionales no convalidaron los valores, en dólares, de las compañías.

¿Serán los motivos de la quita intrínsecos a las empresas, o estamos ante indicios de que la confianza de los inversores comienza a flaquear?

Por doquiera se mire, sea desde la perspectiva de lo interno o lo externo, sea desde las finanzas o la economía real, los pronósticos sólo nos traen promesas de tormentas.

Desde la desatinada conferencia de prensa del 28 de diciembre pasado, el "mejor equipo de los últimos 50 años" ha sumido a los mercados en un mar de incertidumbres, afectando con su propio desconcierto al conjunto de los agentes económicos.

Las prevenciones sobre las eventuales medidas gubernamentales se superponen con la certeza de la persistencia de los desequilibrios preexistentes, dando así, a nuestra economía, la fortaleza de un castillo de naipes.

Los nuevos datos de contexto derivan también novedosas preguntas:

¿Cuál será el comportamiento de los agentes financieros globales, prestamistas de nuestro país, si la economía de los EE.UU. comienza a fungir como una aspiradora de la liquidez mundial? ¿Qué consecuencias derramará la reducción de la cosecha sobre el conjunto de la actividad económica, en especial sobre las cuentas fiscales y la capacidad de honrar las deudas contraídas?

En tanto las acechanzas se mantengan, no sólo las respuestas no serán estimulantes, sino que se pondrá en duda la certeza de "cobrar primero (en dólares)" entre dichos acreedores.

Tal vez más que nunca, conviene insistir en transitar la etapa atentos a las señales macroeconómicas y vigilantes hacia la propia exposición a los factores de contexto en la microeconomía.

Reafirmamos que lograr la vigencia del concepto de empresa en marcha puede convertirse en el mayor criterio de éxito porque como ya lo dijimos este es un año donde "empatar es ganar".

El comportamiento de los inversores ante la renovación de los préstamos, adquiere el carácter de primus inter pares entre los indicadores clave.

La "cadena de la felicidad" de las acreencias externas se corta cuando comienzan las dudas sobre si "lo tuyo está".

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lunes, 5 de febrero de 2018

Administración del comercio exterior, un imperativo del ahora

Administración del comercio exterior, un imperativo del ahora


por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

No hay peor sordo que el que no quiere oír, enseña la sabiduría popular y lo confirma el oficialismo, que se niega a reconocer la transformación operante en el mundo actual. Pese a que los datos más destacados de la reciente gira presidencial por el continente europeo fueron la reafirmación de Donald Trump de su consigna "(Norte) América Primero" y la negativa de Emmanuel Macron de suscribir acuerdos perjudiciales para los productores agropecuarios franceses, el Gobierno Nacional se empeña en su consigna de "abrazar la globalización".

Al tiempo que potencias económicas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia o Francia incrementan y perfeccionan los instrumentos regulatorios que mejoran la performance de sus empresas y sus mercados de trabajo, en la Argentina (como otrora lo hicieran fallidas experiencias), se desmontan los mecanismos de administración del comercio exterior, favoreciendo la prelación de las producciones extranjeras por sobre las locales.

Las adscripciones ideológicas de este Gobierno inhiben cualquier ilusión de que el desencuentro con la etapa histórica mundial, que caracteriza la actual política comercial de nuestro país, sea revisado.

No termina de aprehender que una regulación minuciosa del comercio exterior es un imperativo categórico de la sustentabilidad económica de las naciones.

Justificación desde el orden teórico

Partiendo de la base de que, mayoritariamente, las relaciones entre los agentes económicos de los diferentes países no son colaborativas sino competitivas, el análisis1 de la relación entre:

- el abastecimiento de un insumo estratégico y,

- la utilización del resto de los factores de producción,

explica el porqué de la necesidad de las regulaciones sobre la comercialización de algunos bienes.

La cotización del barril de petróleo, que pasó de oscilar en la franja de los u$sS30 a la de alrededor de u$s68 entre enero de 2016 y el mismo mes de 2018, en virtud de las decisiones de control de la producción de los países de la OPEP, provee un adecuado y certero ejemplo, que además nos alienta a seguir reflexionando sobre la cuestión de los "vectores de competitividad" de nuestra economía, abordada en la entrega de la semana pasada. Tenemos entonces un aumento en el precio del insumo energético, sin que hubiera variaciones en la función de productividad real (utilización de factores) de los países consumidores.

Si el criterio de asignación de dicho bien entre países es por la "igualación de precios", quienes puedan convalidar el nuevo valor (países con diferencial positivo de productividad) pueden adquirir el recurso (con transferencia de ingresos inter factores), mientras que quienes no lo puedan hacer (por su menor productividad) deberán ajustar a la baja sus compras, afectando el volumen de su producción.

Mirado desde el punto de vista del interés nacional, es decir del cuidado de los hombres de negocios y de los trabajadores del país, surge con claridad que, para el segundo grupo, esta situación afectará tanto la rentabilidad de las empresas como la masa salarial; si los salarios son inflexibles a la baja (como tiende a ocurrir) ello repercutirá en desocupación, mientras que si son flexibles, podrá mantenerse el nivel de ocupación a costa de una baja en la capacidad de consumo. En ambas situaciones, los efectos se derraman sobre el conjunto de la actividad económica.

El agravante de tal cuadro (evidenciado a diario y muchas veces de modo dramático) es que, ya sea motivados por la pérdida de su empleo o porque sus salarios se deterioraron respecto de sus pares del grupo de países que pudo pagar el nuevo precio del insumo, si los trabajadores afectados desearan migrar, las restricciones de aquellos estados no lo permitirían.

A resultas del cambio de situación, mejora la posición, en términos relativos e incluso absolutos, del conjunto de naciones que mantienen su producción sin afectar la utilización de sus factores, o que la aumentan gracias a la ventaja obtenida frente a sus competidores.

No es necesario ponerle nombres a los países ganadores ni a los perdedores, sino identificar que sólo obtienen beneficios quienes producen el insumo estratégico, al obtener mayor ingreso por igual cantidad vendida, y quienes pueden absorber el nuevo costo sin deteriorar la utilización de la totalidad de los factores. Resultan perdidosos quienes, ante el nuevo valor del insumo, tienen empresas que no pueden afrontar los nuevos costos y su traslado a precios, y entonces o bien disminuyen la cantidad de bienes ofrecidos o, si la función de producción no lo permite, desaparecen del mercado.

Esto nos ayuda a comprender las implicancias de las regulaciones del comercio exterior en el desarrollo de la economía.

Justificación desde el orden de lo empírico

El aperturismo implementado por la alianza Cambiemos empieza a mostrar resultados. En el intercambio de bienes con el resto del mundo, entre 2016 y 2017, nuestro país logró aumentar sus exportaciones en alrededor de 550 millones de dólares (por variaciones de precios ya que las cantidades descendieron 0,4%), mientras que las importaciones crecieron en 11.000 millones de dólares.

Pasando por alto las graves consecuencias sobre los equilibrios macroeconómicos que el déficit comercial resultante provoca (u$s8.471 millones), posamos nuestra mirada en los efectos sobre el uso de los factores locales.

Ante un consumo virtualmente estancado, el incremento de las importaciones nos proporciona la medida aproximada en que la producción local fue desplazada por la foránea. Dicho de otra manera, cuantifica la pérdida de presencia de nuestras empresas en el mercado local y de la masa salarial de los trabajadores argentinos a favor de los extranjeros.

Las premisas de la política de "apertura" son falsas porque no son recíprocas. Mientras a cualquier empresa extranjera se le permite aprovechar en nuestro país las ventajas competitivas (acceso a insumos, tecnología, salarios, etc.) que le ofrece el suyo, la situación inversa no se verifica. Cualquier intento de mejorar la inserción argentina en mercados internacionales choca contra las regulaciones que los demás estados sí erigen y continuarán haciéndolo en forma creciente.

Camino hacia el óptimo económico

Como dijimos la semana pasada, la coyuntura nos enfrenta a desafíos tanto urgentes como mediatos.

Para hoy, sabiendo que la continuidad de estas conductas gubernamentales sólo abundará en una creciente subutilización de los factores de producción locales, apremia la defensa de nuestros empresarios y trabajadores, mitigando los daños infringidos.

De cara al futuro, se trata de la búsqueda de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), es decir de un esquema económico óptimo, que permita el completo aprovechamiento de los factores locales.

Para ello, entre otras condiciones, se impone la administración del comercio exterior, no sólo porque se trata de una alternativa racional (tanto desde la teoría económica como desde la empiria), sino también porque están dadas las condiciones de su factibilidad.

Durante el apogeo del Consenso de Washington, sus organismos multilaterales garantes limitaron los márgenes para la toma decisiones soberanas. El nuevo contexto internacional, con los EE.UU. relegando a instituciones como la OMC a roles ya no sólo formales sino esencialmente marginales, cambia las condiciones de posibilidad.

La regulación del comercio exterior no sólo es necesaria, sino que ahora, sin temor a sufrir represalias, ¡también es posible!

*MM y Asociados
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